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Foto del escritorPsicóloga L.Hervás

DATOS SOBRE DEPRESIÓN

La depresión es una "enfermedad" frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta a un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas tienen depresión. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. Puede causar gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 700 000 personas. El suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.

En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía.

En determinados contextos culturales, algunas personas pueden expresar más fácilmente sus cambios de estado de ánimo en forma de síntomas somáticos (por ejemplo, dolor, cansancio, astenia), pese a que esos síntomas físicos no se deben a otra afección médica.

Durante un episodio depresivo, la persona afectada experimenta dificultades considerables en su funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional y en otros ámbitos importantes.

Los episodios depresivos pueden clasificarse en leves, moderados o graves, en función del número y la intensidad de los síntomas, así como de las repercusiones en el funcionamiento de la persona.

Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, eventos traumáticos) tienen más probabilidades de sufrir depresión. A su vez, la depresión puede generar más estrés y disfunción, y empeorar la situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión.

Hay relaciones entre la depresión y la salud física. Por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares pueden producir depresión, y viceversa.

Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas escolares para promover un modelo de afrontamiento positivo entre los niños y los adolescentes. Las intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas de conducta pueden reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos. Los programas de ejercicio para las personas mayores también pueden ser eficaces para prevenir la depresión.

Texto: Organización Mundial de la Salud


¿CÓMO TRATAR LA DEPRESIÓN DESDE LA ACTIVACIÓN CONDUCTUAL?


LA ACTIVACIÓN CONDUCTUAL es un tratamiento específico para la depresión que sustenta su intervención en que son las experiencias vitales y no los factores internos (como las cogniciones) la explicación más eficaz para la depresión, y por tanto la variable más eficaz sobre la que intervenir.

En otras palabras, la activación conductual busca ayudar a las personas a entender las fuentes ambientales de su depresión, y trata de orientar y corregir los comportamientos que podrían mantenerla o empeorarla.

¿Cómo funciona la activación conductual?

El modelo de Activación conductual propone que los acontecimientos vitales (traumas o pérdidas específicas, predisposición biológica a la depresión o los problemas cotidianos de la vida) hace que las personas experimenten niveles bajos de refuerzo positivo.

Por otra parte, muchos de los comportamientos que se utilizan para hacer frente a los sentimientos negativos hacen que la persona se sienta mejor en el corto plazo, pero son perjudiciales en el largo plazo, como consecuencia de un proceso de refuerzo negativo, o lo que es lo mismo, de evitación.

Es natural que una persona que se siente triste y ha dejado de encontrar placer en las actividades con las que antes disfrutaba, trate de hacer frente a la situación mediante el retraimiento social, dejando de participar en actividades placenteras y «desconectando» de su realidad.

El problema es que es sobradamente conocido que este tipo de estrategias de afrontamiento no ayudan a aliviar la depresión, muy al contrario, la empeoran.

El objetivo por tanto de la Activación Conductual es neutralizar estas conductas de escape o evitación. Para ello trabaja de «afuera hacia adentro», mediante la programación de actividades y la asignación de tareas graduales, que permitan que el paciente comience lentamente a aumentar sus posibilidades de tener una actividad reforzada positivamente.

Este modelo de intervención se dirige en primer lugar al retraimiento y la desconexión que se producen con la depresión, lo que ayuda al sujeto a comenzar a tomar medidas para volver a participar y a ser el protagonista de su propia vida, a pesar de los sentimientos y pensamientos negativos o la habitual falta de motivación.

Fuente: psicopedia.org

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